Siempre me ha llamado la atención lo mucho que nos parecemos las personas y lo poco que creemos parecernos.
Es como si este mundo fuera una gran torre de Babel y que incluso hablando el mismo idioma, no somos capaces de entendernos. ¿Por qué? Muy sencillo, no nos da la gana.
Nos encontramos muchas veces con conflictos que no sabemos arreglar, o que no queremos arreglar. Soy de las que piensa que un simple "disculpa" o "lo siento" a tiempo soluciona verdaderos fallos.
La importancia de la empatía es aquí primordial, peeeero creo que también es importante señalar que depende de cada uno el intentar no entender siempre las cosas por el lado malo.
Si alguien te hizo algo para herirte, ¡ahí se quede en el camino! Pero si alguien realmente te aprecia, te aseguro que nunca jamás querrá hacerte daño.
Claro que, a veces las circunstancias mandan, y por cosas que pasan por el camino se llega a actuar de una forma que en ocasiones puede ser malinterpretada por otros, a pesar de que la intención de uno es buena. El miedo, la desconfianza, el estrés... son sentimientos que todos tenemos y que a veces no impiden actuar de la manera que otros esperan que lo hagamos, por ello, ponerse en el lugar del otro, a pesar de ser algo complicado, es un ejercicio que todos deberíamos hacer. Cumpliendo el dicho aquél de tú eres tú y tus circunstancias.
Creo que hay un problema de comunicación importante, una persona que no sabe expresar lo que siente, o mejor dicho, no se atreve, hace que el mensaje llegue en malas condiciones al otro. Claro que si este otro está más que predispuesto a que le siente mal aquello, tiene un prejuicio de esa persona y además no tiene ganas de escuchar... pues ya tenemos el lió montado. Y todo ello sin ningún fundamento.
Cuando nos tomamos las cosas a malas, generamos un ambiente turbio que transmite una mala energía capaz de ahuyentar a las personas buenas que te rodean.
Yo creo que hay que hacerse un lifting en la frente. Estirar la piel del entrecejo todo lo posible para que las arrugas de los gruñones se vayan de nuestro rostro. No enfadarse tanto y sonreír más. Ponerse en el lugar del otro e intentar entender que las personas actuamos de forma distinta, pero que en el fondo somos todos iguales. No es bueno buscar siempre las cinco patas al gato y generar conflictos, eso es un verdadero error.
La vida es demasiado corta como para dedicarle mas tiempo a los enfados que a las alegrías. Las personas que se molestan cada dos por tres por auténticas chorradas quitan energía.
Vamos a intentar hablar el mismo idioma, da igual si somos del mismo lugar o de países remotos, pero de veras creo y confío en que si todos buscásemos hablar el idioma de la humanidad, de hacer el bien y de tratar a los demás como a nosotros nos gusta que nos traten, convertiríamos este mundo en un lugar de entendimiento. Así que ¡Estira la piel de tu frente y deja los enfados atrás!